¿Cómo prevenir posibles adicciones?
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La respuesta básica es: cercanía, estar cerca de nuestros hijos, conocerlos bien. Es sumamente importante que podamos crear un espacio de confianza y de complicidad. No se trata de ser vigilantes y hacer sentir opresión a nuestros hijos, sino, de hablar permanentemente con ellos y hacerles saber lo que nos preocupa. Se trata de entablar una relación transparente desde la infancia para que ellos, al momento de la pubertad y de la adolescencia, sientan confianza en nosotros.
Esta época la tecnología nos juega en contra debido a que muchas veces no nos ayuda a conocer con quién se está llevando nuestro hijo. Ahora bien, si establecemos un diálogo de confianza permanente, ellos abrirán su mundo a nosotros y traerán a sus amigos a casa lo cual ayuda a conocer su realidad con mayor profundidad.
Si nos ponemos a recordar cómo era la vida antes, los padres tenían la gran ventaja de conocer los amigos con los que frecuentaba su hijo debido a que las relaciones eran reales, no virtuales. Existía teléfono en la casa y si alguien quería comunicarse con el chico, debía llamar a casa y saludar a los padres. Hoy por hoy, la comunicación está a la distancia de un mensaje y es privada. Por tanto, es importante involucrarnos en la vida social de nuestros hijos abriendo las puerta de casa para que se sientan cómodos invitando a sus amigos.
Por otro lado, debemos estar atentos a los síntomas que se presenten, es decir, debemos conocer el comportamiento de nuestros hijos, notar si han cambiado, si están ansiosos o irritables. El arma más poderosa, siempre lo diré, es el amor. Si notamos que existe vacío, preocupación, ansiedad generada por los cambios de la vida, llenemos de amor a nuestro hijo. Recordemos que los abrazos siempre reconfortan.
En cuanto a la información que debemos brindar sobre drogas y alcohol, es importante que sea objetiva. No es necesario entrar en detalles crueles o morbosos sobre las adicciones, pero sí es importante informarles sobre las condiciones de dependencia y de deterioro físico y emocional que causan las adicciones.
El deporte y la unión familiar serán razones para ayudar a los chicos a mantenerse alejados de intereses que los puedan llevar a adicciones. Conozcamos a nuestros hijos, seamos quienes acompañen su crecimiento con amor y confianza. Desarrollemos hábitos sanos recordando que habrá una “mente sana en cuerpo sano”.
Les dejo estas preguntas para que puedan hacer su propia reflexión:
¿A qué edad se debe comenzar a hablar de adicciones?
¿Debo contar casos de personas con adicciones a mis hijos?
¿Cómo puedo evitar las malas influencias en mi hijo?
¿Hasta qué punto debo respetar su privacidad para conocer con quién frecuenta?
¿A qué síntomas debo estar atento antes de que sea vulnerable?
Alegría Crespo